
Una de las piedras más grande que aparecen en el camino de aquellos que retornan a la fe de nuestros ancestros es la cuestión de monoteísmo versus politeísmo. Siendo que vivimos en sociedades que creen mayoritariamente en la existencia de un sólo Dios, ya de por sí es un paso muy grande para nosotros el simple hecho de considerar la posible existencia de muchos Dioses, y Diosas también.
Gran parte del resto del mundo, sin embargo, considera perfectamente natural la existencia de varios Dioses y Diosas. En los párrafos que siguen examinaremos algunos de los argumentos a favor de esta idea.
La misma ciencia es la que ha abierto la puerta a la proposición politeísta, aunque casi no lo habíamos notado. Durante décadas, físicos y filósofos han estado tratando de decirnos que el mundo lineal y predecible y de materialismo monolítico ha desaparecido en un mar de incertidumbres. El mundo no es un juego de materia y energía, como lo describieron la mecánica Newtoniana y el dogma Marxista. Es, como dijo un pensador, un gran pensamiento, y no una gran máquina. También Einstein fracasó al tratar capturar la esencia de las cosas: Dios no sólo “juega a los dados con el universo”: tampoco es el único jugador! Muchos dados, muchos Dioses, un multiverso de misterio profundo y maravilloso…
Es este sentido de misterio el que impregna la nueva física, y asciende nada menos que una despertar del temor religioso en un mundo que ha llegado a ser aburrido e insustancial. Esta vez, somos todos sacerdotes en lugar de campesinos - no conformándonos a aceptar el dogma sin pensarlo, libres y felices a la hora de ahondar en los misterios, penetrar los enigmas del quántum y buscar las verdades que son la base de existencia. El sentido del milagro permanece, incluso mientras sondeamos los secretos más profundos de la maravilla que nos rodea.

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